Así que hace un par de semanas decidí releerla, ahora sí en
su traducción al castellano, y, una vez terminada, puedo decir que ahora
comprendo la dificultad que sentí, ya que la novela es muy compleja, con saltos
entre décadas, personajes que tienen relación generacional pero a quienes es
difícil de unir, tramas paralelas y sucesos inconexos. Me ha parecido una
novela sensacional pero muy compleja y eso, unido al lenguaje de Kate hicieron
que no entendiera casi nada en inglés.
Para mí la joya de esta novela es la casa, Birchwood Manor,
una mansión situada en el campo a orillas del Támesis, construida con refugios
para sacerdotes en la época en que eran perseguidos, con una leyenda sobre
niños desaparecidos, sobre presencias sobrenaturales, con una arquitectura
preciosista, victoriana, con su tejado a dos aguas y su fantástico jardín. El
escenario, la mansión, es la gema que hace relucir la novela, su trama, sus
vivencias en diferentes generaciones y sus recuerdos y arte.
En el verano de 1862, un grupo de jóvenes artistas se reunieron
en ella para pasar un mes durante el cual la inspiración y la creatividad les
hiciese crear de forma libre. Una experiencia que sin duda debiera ser
maravillosa cuando se comparte en juventud pero que, por los azares de la
novela, terminó con una persona muerta y otra desaparecida.
Son los ejes fundamentales para una novela de misterio en la
que la investigación tiene lugar desde el siglo XXI, por parte de una
archivista que encuentra un bolso en una caja de la galería donde trabaja. Y
ese bolso nos lleva 150 años atrás, a descubrir lo que sucedió en esa casa a lo
largo de los años, de las personas que la heredaron, cómo la transformaron en
escuela para señoritas, y cómo durante muchos años quedó abandonada, en
silencio.
Pero no en solitario, porque alguien vivía allí. Es el
misterio de la novela, la hija del relojero, Birdie Bell, narradora
intermitente en esta novela compleja, entretenida, sobrecogedora y misteriosa
con la que Kate Morton ha demostrado, en mi opinión, una plena madurez como
narradora.
Para terminar mi post quiero poner en valor mi esfuerzo por
leerme las 600 páginas de la novela en inglés con las que aprendí muchísimo vocabulario,
expresiones y giros y entendí que el idioma original, el literario, es siempre
más rico y barroco que su traducción.
¿Quién se atreve con The clockmaker’s daugther?
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