domingo, 2 de enero de 2022

El italiano - mi crónica de lectura

He vuelto a leer a Arturo Pérez Reverte después de unos cuantos años y tras abandonarlo como lector después de mi adolescencia. En los años 90 leí un buen número de novelas suyas, La tabla de Flandes, El Club Dumas, La Carta esférica, La piel del tambor, El maestro de Esgrima y El capitán Alatriste, en el que me detuve y perdí el interés por el siglo de oro español.

Retornar con El Italiano ha sido un reto que además comenzó dificultoso porque el comienzo de la novela es, en mi opinión, un poco lento y aburrido. Demasiada ambientación y puesta en escena del momento en la bahía de Algeciras en el que tuvieron lugar los acontecimientos.

Creo que es cuando Arturo hace transfoco, y pasa del angular grande, de la gran recreación, al foco pequeño, centrándose en la trama de espionaje en la que participa Elena, cuando la novela adquiere todo su interés y te engancha. Al menos a mí así me ha sucedido. Y entonces sí, entonces vuelvo al Pérez Reverte que me atrapó a mis veinte y que me hacía leer sus novelas con mucho interés.

El italiano es una novela que me ha hecho pasar desde la indiferencia inicial, por no decir del aburrimiento al creciente interés para atraparme con una dosis de ternura y sentimentalismo y hacerme derramar alguna lagrimilla, en la escena en la que el capitán del barco hundido se enfrenta a los dos italianos.

Esa esa evolución y transformación del tiempo narrativo lo que también me maravilla de Pérez Reverte. Y también algo que me encanta como lector, los diálogos. Esta novela está llena de diálogos audaces, dinámicos, en ocasiones silenciosos, que enriquecen la trama, las escenas y que describen lo que sucede sin hacerlo, con el imperativo de la palabra.

Ha sido un buen comienzo de 2022, con una novela que termina en todo lo alto y que me ha reconciliado con el autor.

Buena recomendación para los lectores pacientes, que tendrán que llegar en torno a la página 80 para que su interés crezca.

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