David González
Fernández es un ESCRITOR SINGULAR. Escritor de microrelatos,
nos ofrece ya su primer libro en el mercado titulado Microrrelatos para macromomentos.
Siempre que leo algún micro de David, cuando no sus posts de Facebook, mi envidia crece y crece
sin límite. Y es que uno (el que escribe) es un negado para el género
humorístico. Sin embargo cada texto de David es una bocanada de humor, de
sátira inteligente, de surrealismo literario “microrrelatístico” que consigue siempre, sin excepción, provocar mi
sonrisa cuando no mi carcajada. Todavía no he podido abordar el almanaque de
micros Microrrelatos para macromomentos pero estoy seguro de que voy a
reír sin parar cuando me sumerja en sus páginas.
Creo que David se ha puesto el mundo real por montera y lo
ha transformado de un modo indómito, según su peculiar visión de una realidad
imaginada, donde lo que nos pudiera parecer increíble, cuando no surrealista,
fluye de forma cotidiana y tranquila. Y es esa visión la que trasponde en su mundo literario y
teatral. Sí, la literatura del absurdo y el teatro del absurdo conforman en
David su espina dorsal, que se rodea de su verbalidad
exacerbada, de su incontinencia oral y su humor sin límites.
También podemos disfrutar de su espectáculo todos los últimos jueves de febrero a mayo a las 21,00 h en ESTRUCHBAR, la cafetería de L' Estruch, el Centro de Artes y Producciones Artísticas de Sabadell.
A continuación comparto con todos vosotros, lectores, su
relato titulado El Onomatopeyador, donde
todo lo que he escrito antes se queda corto.
El Onomatopeyador
“UiuiuUIUIUIuiuiuxxxxsssSSSssshhhhh…”
(El viento
nocturno ululando entre los árboles)
“¡¡¡Bbbruuggññnn...bbBBRRUGGÑÑññnn!!!” (Un
refunfuñón dromedario que finalmente accede de mala gana a que carguen sobre su
joroba una pesada carga)
“Ssttwiinn...cloc... cloc...
clocl-clocc... cl...” (Una bola de ping-pong golpeada con poco convencimiento y que
acaba estrellándose contra la red)
“FFFFSSSSLLLLllllldddddd...” (Un
pelotari resbalando con la barriga por el suelo del frontón al intentar devolver
una magistral dejada efectuada por su rival)
Sería muy difícil —por no decir
imposible— imaginar una realidad capaz de prescindir de la onomatopeya. Por
ende, se deriva inconcebible la existencia de la onomatopeya sin la persona de
Clark Wiggings, la mayor eminencia sobre la materia a nivel mundial. Este
admirado y respetado lingüista escocés está considerado un auténtico adalid del
fonema, un templario fonético, un devoto del sonido: si existiese un Olimpo
donde morasen las onomatopeyas, no cabe duda de que él encarnaría a la figura
de Zeus.
Clark Wiggings, más conocido como
El Onomatopeyador, ha batallado siempre por defender y reivindicar la
particular idiosincrasia sonora de la onomatopeya, tan inherente a cada acción,
animal o cosa. Y por fin, tras más de cuarenta años de infatigable cruzada, el
mundo entero ha acabado por reconocer su innegable valor fonético otorgándole
el estatus gramatical que por derecho propio se merece. De este modo, la
onomatopeya abandona para siempre la categoría de los “Ruidos”, clasificación
en la que, por injusticias varias, se ha visto forzada durante mucho tiempo a
tener que convivir con parias sonoros como el Improperio, el Berrido o el
Guirigay.
“Con cada nuevo y caluroso
aplauso que me brindan, nuevas onomatopeyas vienen al mundo”, declaró Clark
Wiggings al principio de su parlamento el día que fue investido “Onomatopeyador
Honorífico” por la Universidad de las Letras de Ottawa en reconocimiento a su
onomatopéyica carrera.
A él le debemos la familiaridad
con la que, por ejemplo, asociamos “miau” al gato, “¡bang!” con
un disparo, “glu-gluglu…” a la acción de beber o “…catacrack!!!”
cuando, de manera inesperada, se rompe la pata de un taburete de madera incapaz
de soportar el peso de una persona. Eso sin mencionar las más de 7.000
onomatopeyas “cazadas” y clasificadas por este explorador y naturalista del
sonido. En propia boca del prestigioso onomatopeyador: «Se trata de un
incansable trabajo de campo. Procuro siempre capturar a la onomatopeya en su
medio natural: la busco; la persigo; convivo con ella; y espero hasta que me
acepte. Sólo entonces puedo transcribir la esencia de su fonema sobre un trozo
de papel, revelando así su naturaleza oculta.»
No sería atrevido afirmar que a
sus 74 años recién cumplidos el famoso lingüista se encuentra en la cúspide de
su carrera, en la cima de su propio Everest. Y no será porque esta profesión
—de la que aún sigue enamorado como si fuese el primer día— no se haya empeñado
en ponerle continuamente a prueba, forzándolo incluso a arriesgar la propia
vida en diversas ocasiones. Como cuando se acercó demasiado a una pareja de
canguros rojos gigantes en el momento de la cópula con la intención de “cazar”
la onomatopeya del orgasmo del macho, y éste, imprevisiblemente, se abalanzó
sobre él arrancándole de un solo mordisco tres dedos de la mano con la que
sujetaba la grabadora. O aquella vez que logró sobrevivir sin agua ni alimentos
durante once días seguidos sepultado bajo varias toneladas de escombros al
intentar capturar la onomatopeya que nacía tras demoler con explosivos un viejo
campanario abandonado.
Como profesional que más veces ha
sido galardonado con La Onomatopeya Dorada, El Onomatopeyador dirige
simultáneamente la World Onomatopeyic Academy y el Onomatopeyimuseum: museo
dedicado a recuperar y preservar onomatopeyas ya extintas, como el llanto de
una cría de Tyranosaurus rex nada más nacer o los acelerados pasos de
Jack El Destripador sobre los mojados callejones adoquinados del centro
de Londres; sólo por citar algunos de los muchos ejemplos.
En la actualidad, el
sobresaliente profesor convive desde hace once años con la Orden de Los
Cartujos, congregación religiosa enclaustrada en el monasterio de Chartreuse,
en pleno corazón de los Alpes franceses, famosa por el estricto voto de
silencio que rige su día a día.
Estas son las últimas palabras
que se recuerdan de Clark Wiggings, pronunciadas hace ya una década, nada más
aceptar la invitación de Los Cartujos para vivir en su monasterio en calidad de
“Huésped Honorífico”:
«Llegado este momento, sólo me
queda hacer realidad un único sueño: onomatopeyizar el silencio.»
ENTREVISTA SINGULAR
1.- Si te dieran la posibilidad de
publicar una novela con una gran editorial ¿sobre qué tema te gustaría
escribirla?
Suelo escribir sobre
gran variedad de temas, aunque por lo general, más que la temática, son los
personajes o las situaciones lo que suele darme el pistoletazo de salida a la
hora de escribir una historia. Lo que sí tengo claro es que el día que me lance
a la aventura novelística, edificaré la obra sobre cimientos fraguados con
humor absurdo. Un volumen plagado de personajes pintorescos que tengan que
lidiar con circunstancias del todo surrealistas. ¿Novela policíaca? ¿Negra?
¿Ciencia Ficción? ¿Fantasía épica? Ya se verá.
2.- Imagino
que como buen escritor que eres serás también un gran lector, ¿en qué momento
del día te gusta más leer?
Tengo que admitir que
soy un lector de rachas, pese a que mi cerebro se acaba estresando si lo dejo
demasiado tiempo sin consumir un libro. Cualquier momento del día me parece
perfecto cuando se trata de devorar una buena historia. Y en las ocasiones en
las que esta me engancha de verdad, acabo por supeditar el día a día a paliar
ese mono lector.
3.- He
podido disfrutar de la gran originalidad de tus relatos tanto en la iniciativa
El Bic naranja como en las competiciones como las Microjustas literarias.
Cuando escribes, ¿qué temas o situaciones te inspiran? O sea, ¿Cómo te enfrentas
al folio en blanco?
Creo que absolutamente
todo es en potencia un generador de buenas ideas, ya sea un simple objeto, un
comentario casual que te entra por el oído de manera fortuita, una imagen e
incluso una sola palabra aislada de todo contexto. Es como si las ideas ya
estuviesen ahí fuera, esperando a ser “cazadas”. A veces las descubres
escondidas en el recoveco más inesperado, si es que no han sido sorprendidas
antes por otros “cazadores” que te privan del trofeo. Todo pasa por estar
siempre bien alerta a todo tu alrededor. Pero por lo común, mi manera de
enfrentarme a la hoja en blanco es contraatacar dejando la mente en blanco. Es
en ese infinito solar mental donde suelo encontrar la excusa sobre lo que empezar
a escribir.
4.- ¿Qué te
acompaña cuando lees? ¿Y cuando escribes?
Siempre escribo a mano,
y en libreta A4 de folio blanco con bolígrafo negro, condiciones innegociables.
Cuando estoy en pleno proceso (escribiendo un próximo libro, por ejemplo) me convierto
en un escritor de oficina, con un horario diario de varias horas al día. Por lo
general monto un campamento en la terraza de una cafetería donde puedo pasar
horas pensando y escribiendo acompañado de cafés con leche, que como si de
suero fisiológico se trataran, me van entrando en el cuerpo gota a gota. Sólo
me planto delante del ordenador cuando estoy a punto de rematar una historia.
En ese momento suelo poner un CD de cantos tiroleses a todo volumen.
5.- Hoy en
día el número de publicaciones es enorme. Hay tal marasmo de novelas, libros de
escritores noveles y ediciones clásicas que es muy difícil filtrar y decidir
qué es lo que leemos. En tu caso, ¿qué es lo primero en lo que te fijas para
decidir leer un libro?
Me dejo llevar. Puede
atraparme un título, lo sugerente de una buena portada, una contraportada con
una sinopsis que te incite a querer desentrañar toda la historia, una temática
que me llame la atención… No escojo libros en función de si mediáticamente son
o no influyentes. Disfruto deambulando por librerías o mercados de libros de
segunda mano a la búsqueda de cualquier libro que me parezca que también andaba
buscándome a mí.
6.- Vivimos
en el mundo de la hiperconexión. ¿Utilizas las redes sociales? Cuáles son las
que te parecen más interesantes y por qué.
Soy un usuario tardío
en lo que a las redes sociales se refiere. Me introduje en ellas hace apenas
tres años, haciéndolo coincidir con la publicación de Microrrelatos para
macromomentos, mi primer libro. Las utilizo muy a modo de blog (sobre todo
Facebook), donde comparto mi mundo creativo, sea en el formato que sea. No las
vinculo a mi vida privada, porque me parece más interesante dar rienda suelta a
la imaginación. Cómo no, son un buen medio para darse a conocer a nivel
artístico (al menos en mi caso), siempre y cuando sepas sacar provecho de las
enormes posibilidades que te brinda la red. Twitter lo uso muy poco, porque todo
y pareciéndome un gran medio de comunicación, el vertiginoso consumo casi a
tiempo real de sus contenidos exige, desde mi punto de vista, una entrega muy
por encima del tiempo que estoy dispuesto a dedicarle.
7.- ¿Eres
escritor de día o de noche?
Mis biorritmos
escritanciales, escritoriles, escritísticos, o como se prefiera llamar, no se
supeditan a unas horas concretas del día. Como no soy (o al menos así lo
intento) un escritor de rachas, cuando decido poner en marcha la rotativa para
un libro nuevo suelo dedicarle a la escritura gran parte del día, repartido en
bloques de varias horas a lo largo de una jornada. Y así día tras día.
8.- Aparte
de la literatura, sé que una de tus pasiones es el teatro, pero ¿qué otras
artes te gustan? Cuéntanos un poquito cuáles y por qué (si es que hay un
porqué). Y si puedes, ¿en qué proyecto teatral andas metido?
El motor de todo mi
universo creativo es la fabricación constante de ideas. La escritura o el
teatro me resulta el formato natural donde plasmar ese imaginario. Pero es
durante el proceso creativo, en ese Big Bang donde estalla la idea inicial
previa a la imparable creación posterior, donde más a gusto me encuentro; luego
ya la coloco en el soporte artístico en el que ande metido en ese momento. El
teatro surgió un poco de casualidad, en una época en la que pensaba y escribía
ideas para formatos más audiovisuales, pero la falta de recursos me impulsó a
mutar dichas ideas a un formato más accesible y directo como me parecía el
teatro. Al final, fue ese medio el que me acabó enganchando. Me apetece retomar
mi carrera escénica, ideando nuevos espectáculos de humor absurdo en solitario,
a la par que volveré a montar un dúo teatral al estilo de Mudjumpers, cargado
de improvisación. Si el tiempo me lo permite, empezaré a pensar de nuevo en
audiovisual, pues la idea de abrirme un canal de YouTube o de realizar
cortometrajes sigue rondando por mi cabeza. Además, continúo estudiando música
(guitarra y violín), pero sin expectativas de cara al público, más a nivel personal,
donde disfruto de ello, sobre todo, desde una posición docente, impartiendo
clases.
9.- Te pido
ahora unas respuestas rápidas
a) ¿Nos recomiendas un libro?
Respuesta difícil donde las haya, tanto o más que un show en
el que un faquir se tragara un reloj de cuco haciendo que el pájaro de madera
saliese por uno de los agujeros de su nariz cantando las horas. Pero puestos en
la tesitura, me suele venir a la cabeza Tuareg, de Alberto Vázquez Figueroa. Un
libro que me tuvo pegado del tirón al sofá de casa de principio a fin, tal cual
estuviera en una sala de cine.
b) Un personaje literario que sea inspirador para ti.
Con sinceridad, no sabría decir. Evidentemente que de un modo
u otro todo nos acaba influyendo, pero no suelo recurrir (al menos
conscientemente) a personajes, ya sean reales o de ficción, sobre los que
partir de una base. Intento siempre seguir dando forma a mi propia
originalidad; o al menos intentándolo.
c) ¿Qué género literario te apasiona más?
Sin duda el género humorístico. El hacer reír con historias
que partan de una idea descabellada o que carguen sobre los hombros de
personajes variopintos y surrealistas.
d) ¿Eres de radio o de televisión?
Veo muy poco la televisión, al menos a lo que a programación
diaria se refiere. Prefiero elegir yo que película, serie o documental voy a
ver. Tampoco es que escuche mucho la radio, pero puestos a seleccionar una
emisora sintonizo Radio 3.
e) ¿Mar o montaña?
Tundra.
f) La última cosa que te haya sorprendido tanto que todavía
la recuerdes.
Estar en un paso de cebra con el semáforo de peatones en rojo
con una paloma quieta a escasos dos metros. Al ponerse en verde, aquella paloma
cruzó la carretera con total naturalidad, acoplada a la acción del resto de transeúntes.
Sólo le faltaba ir fumando. No me hubiera extrañado en absoluto encontrármela
horas después zureando acaloradamente con un policía.
g) Una canción o cantante que tenga para ti un significado
singular
Me encanta todo tipo de músicas. Y aunque centro el estudio
instrumental en el clásico y el flamenco, me considero muy ecléctico a lo que a
la escucha se refiere, con estilos como el funk, el rock duro, el bluegrass, el
klezmer, el jazz manouche o la electrónica. Pero como siempre digo con el
semblante serio de un funcionario de correos kazajo: “Bach es el puto amo.”
10.- Para
terminar, me gustaría que definieras una escena lo más cercana posible a tu
felicidad.
La felicidad no hace
falta buscarla tostándose bajo el sol en una remota playa virgen de Cancún.
Está en todas partes, casi omnipresente, en los pequeños detalles de la vida
cotidiana.
Cuando salió por ese agujero por el que se viene a este mundo, le estaban esperando un policía, una psiquiatra, una juez, una neuróloga, un periodista y un cura. Al parecer, durante el embarazo, había asimilado a su hermano gémelo y las autoridades querían investigar si el bebé venía al mundo con la simiente del mal en él o no, y que medidas convenía tomar al respecto.Esta historia se la contaron sus padres cuando llegó a la adolescencia y a él le pareció un poco extraña. Pero, con los años, viendo las cosas que pasaban en el mundo,ya no se lo parecía tanto.
ResponderEliminar