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martes, 28 de junio de 2022

ALMA DE ESCRITORA

Elvira se miró en el espejo como cada mañana, después de tomar su té rojo con cúrcuma, y comenzó su rutina de belleza y maquillaje. Dos horas más tarde sería entrevistada por Carlos Peña, el periodista de mayor éxito en la franja matutina de la radio española. Era una de sus primeras entrevistas en un medio nacional, la más importante hasta esa fecha, desde que su segunda novela, En cuerpo y alma, había triunfado de forma inesperada y se había convertido en el best seller más exitoso de la última feria de Sant Jordi.

Su condición de escritora amateur, y casi desconocida, había cambiado sin entender muy bien la razón, y su rostro y su vida comenzaba a ser motivo de tertulias y comentarios en todo tipo de programas, incluyendo aquellos en los que se trituraba y deglutía la vida de las personas sin importar lo más mínimo lo que sucediera con ellas.

Concentró su mirada. Se hundió en sus propias pupilas a través de la imagen que el espejo le devolvía y se reafirmó, como hacía cada día, desde que decidió llevar a cabo su tránsito.

Estaba segura de que el presentador iba a incidir en su condición y era algo en lo que ella no quería entrar. Su fama, su interés para el público, debía residir en sus novelas, en su literatura y en su forma de contar historias. Pero temía que, una actitud muy cortante o una negativa a responder ciertas preguntas sobre su transición genital, aumentasen el morbo del que ella quería huir a toda costa.

Respiró profundamente. Intuyó que se crearía un ambiente incómodo ante las mismas, porque la radio en la que militaba Carlos Peña no solía ser muy tolerante con ciertos avances sociales, pero ella ya había dado su ok a la entrevista y, por tanto, no podía echarse atrás.

Se centraría en la novela, en la historia que encerraba, en los pormenores que la empujaron a escribirla, en plena pandemia por la COVID-19, durante el estricto aislamiento al que estuvimos sometidos unos meses. Y haría gala de su buena mano para trastear las preguntas incómodas, con elegancia y normalidad.

Eligió el vestido rojo de lamé que le había regalado su novio cuando presentó la novela, los zapatos a los que se subió la primera vez que se puso un tacón, y que significaban mucho para ella como mujer, y se aplicó el mismo color de lápiz de labios. Cuando estuvo lista para salir hacia la radio echó un último vistazo a su aspecto y se sintió confiada y tranquila.

Carlos Peña resultó ser mucho menos retrógrado de lo que ella había imaginado por cuanto había escuchado en sus programas. Cuando se encontraron, tras darle dos besos, él le regaló una sonrisa brillante y cargada de simpatía. Quizá, pensó Elvira, había hecho una tormenta en una taza de té, y todo a priori, antes de conocer al que sería su entrevistador.

Se sentaron en la mesa de la radio y Carlos le indicó los tempos que tendría la entrevista. Le ofreció un café y le regaló un piropo. Elvira lucía radiante y, aunque segura de sí misma, estaba más nerviosa que él.

Faltaba un minuto para entrar en directo en antena. Revisaron si estaban bien microfonados, tomaron aire y…¡Sintonía!

«Hoy presentamos en La mañana de Carlos a una escritora que ha triunfado en la última feria de Sant Jordi. Una mujer espectacular que, con su segunda novela ha dejado obnubilados a los lectores que la han descubierto y que hoy viene a contarnos qué la llevó a escribir una historia tan impactante como la suya, titulada En cuerpo y alma, que tendría que ser lectura obligatoria desde ya en todos los institutos».

Elvira tuvo que obligarse a soltar el aire que había estado reteniendo mientras escuchaba la presentación. Observó cómo Carlos le cogía brevemente su mano y la invitó a que comenzase a hablar. Y entonces, sí, su relajación dio paso a su alma de escritora.

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