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domingo, 3 de octubre de 2021

Sin tiempo para morir... o quizá con exceso de tiempo...

 

Partiendo de la base de que soy fan de la saga 007 a lo largo de sus décadas, mi expectativa con esta última entrega, la última del primer(y último) James Bond rubio no se ha visto colmada. Creo que a Sin tiempo para morir (No time to die) le faltan y le sobran muchas cosas: la primera que le sobra en mi opinión es metraje. 162 minutos de una película que para un fan como yo se le hicieron largas significa que son demasiadas. Mucho más largas aún para quien es un mero espectador. Y es que durante esas 2 horas y cuarenta minutos de film hay varios momentos narrativos “valle”, o sea, partes en las que la acción se detiene, el discurso cae a una anodina representación sentimental, aburrida y excesiva que te desconecta de la historia. Para mí este es el gran fiasco de esta película.

La segunda cosa que le sobra en mi opinión es las duplicidades: O sea, dos villanos y dos agentes 007 interactuando. Sí, entiendo que han querido hacer la transición a la que será la próxima agente femenina 007, pero me parece que la química o la cámara no funciona. Me resulta postizo. Los dos villanos divergen la atención del espectador sin llegar a saber quién es realmente el malo malo y la supuesta competición entre James Bond y la futura 007 tiene tal desnivel que no funciona.

En esta entrega pasamos de Kiev a Cuba para terminar en una isla en disputa entre Rusia y Japón, con visitas a Noruega y a un paraíso indefinido de características caribeñas. Aquí sí que acierta la película, en la elección de los escenarios.

Otro de los aciertos en mi opinión es la participación de Ana de Armas. Fresca, divertida, desinhibida y resolutiva. Muy bien por ella.

M (Ralph Fiennes) deja mucho que desear en su actuación. No impacta, no destila autoridad ni seguridad, queda a mil años luz de la rotundidad de Judi Dench.

La pareja de Bond, la francesa, que ya había aparecido en anteriores entregas es para mi gusto un pan sin sal. O sea, ni fu ni fa.

En cuanto al tema principal, otra opinión plana. Sí, Billie Eilish está muy bien, es muy mona y muy moderna pero su tema va de menos a más. Empieza muy anodino pero tiene un final espectacular. Un aprobado (también lejos del Skyfall de Adele)

Y para terminar, Daniel Craig. ¿Me lo parece a mí o se le nota ya la poca gana con que ha hecho esta última película? Creo que ya ni en los momentos clásicos de todas las pelis, cuando pide el Martini, cuando dice cómo se llama y momentos similares, es el mismo Bond que fue.

Después de analizar a fondo la película y de haberme quedado con un sabor agridulce, concluyo que lo fundamental, lo que es, quizá, el fallo de esta última película de James Bond como tal, es que no la ha dirigido un director británico (por primera vez en 25 películas). No es que quiera yo ponerme exquisito con las razas ni nacionalidades, pero la forma de entender al agente más british que existe y ha existido en la historia pasa (y mucho) por ser también muy british.

Sam Mendes, anterior director, recaudó 750 millones de dólares. Alto nivel para este nuevo desconocido director en España (Cary Fukunaga), de raíces japoneso-estadounidense-noruegas que dudo que repita, si es que hay una futura entrega.

Triste final para la saga. Me tengo que quedar con la película que para mí es el culmen del agente Bond, la espléndida, clásica, moderna, espectacular y explosiva SKYFALL.


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