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viernes, 18 de diciembre de 2020

Ventajas de viajar en tren - mi crónica estupefacta de lectura

Cuando he terminado de leer esta novela de Antonio Orejudo, titulada Ventajas de viajar en tren, he tenido una sensación muy parecida a la que tuve cuando terminé de ver la película Pieles, de Eduardo Casanova: Una mezcla entre estupor, incredulidad, repugnancia por ciertos contenidos y atracción por la forma de contarlos al mismo tiempo, así como curiosidad, sorpresa, indignación y estupefacción.

En definitiva, una total ida de olla en formato de novela seria, adulta, publicada elegantemente por Tusquets Editores, que tanto cuidan sus ediciones pero que alberga un universo indefinible, marginal e incómodo.

Todavía estoy afectado por su lectura. Como digo consigue remover muchísimas cosas dentro del lector. Propone adentrarse en una realidad paralela, siempre oculta, sórdida, pero que obviamente existe y que, aun en el caso de coincidir con ella por azar, la escondemos inmediatamente porque no es aceptable para la normalidad de nuestra sociedad políticamente correcta.

Las historias que traza Antonio a través del viaje en tren de sus protagonistas rozan lo inimaginable, como el síndrome de Diógenes con la basura, la prostitución de menores, las snuff movies, la corrupción económica, política y sobre todo moral de quienes se supone han de ser ejemplo para la sociedad. El autor nos hace transitar por ideas locas como la posibilidad de que un ente superior escanee nuestra vida cotidiana e intimidad a través del análisis de nuestra basura y de nuestra mierda, o el hecho futurible de que los libros incorporen publicidad entre los capítulos.

Hay también mucha parte de asunción de problemas generacionales y sociales que existen actualmente y que son de difícil digestión: la bulimia, la sexualidad de los discapacitados o la cosificación y maltrato de la mujer eliminando su identidad como persona y relegándola a un papel deshumanizado.

Si uno llega hasta ahí soportando sobresaltos, pequeños infartos y falta de respiración, todavía quedan cosas por descubrir, como la secta de los Anagramáticos, el negocio de la ropa de segunda mano o la suplantación de identidad, y todo bajo el marco del diálogo en torno a los problemas mentales y la discapacidad intelectual.

Como digo, algo así me sucedió con la película Pieles, que empecé a mirar y conforme avanzaba, lo hacía también mi necesidad de dejar de mirarla frente a la de continuar viéndola. Pues así me ha sucedido con Ventajas de viajar en tren. La incomodidad que perturba la calma del lector ha sido superior al miedo a lo indigerible de su narrativa y esa incomodidad me ha empujado a continuar su lectura con auténtica desazón por la realidad narrada y sobre todo, por el hecho incontestable de que probablemente existe y está no tan lejos de nosotros.

Antonio Orejudo se convierte, de esta manera, en mi descubrimiento absoluto de 2020 como escritor. Un diez para una novela que ha conseguido lo que hacía tiempo que no me sucedía, sorprenderme, indignarme, atemorizarme, asquearme y un largo etcétera de verbos que se pueden sintetizar en una simple sentencia: No me ha dejado indiferente. Al contrario, ha removido un montón de pilares y conciencias adormecidas y calmadas en esta vida tan pragmática y “comme il faut” que llevamos.

Ahora mi próximo reto es atreverme a ver la película… para eso ya necesito un gin tonic como poco.


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