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lunes, 17 de agosto de 2020

PRESENTE


El presente es, camino de los cincuenta, la estrella de los tiempos verbales. Es el filtro por el que las cosas adquieren un valor relevante, el punto de vista con el que las miramos y el criterio por el que las juzgamos. Sabedores de que queda probablemente menos futuro que pasado, el relativismo se impone y la inmediatez de lo que vivimos adquiere una relevancia primordial en nuestra vida.

Es en el presente donde saboreamos los pequeños placeres de la vida adulta, el refugio en el que consideramos que lo que podamos hacer en él ha de ser y es, por sí mismo, suficiente y necesario para que nuestra vida alcance pleno sentido.

Mirar al pasado con un atisbo de nostalgia, la de la juventud pasada y al futuro con un ápice de incertidumbre son otros dos motivos para afianzar nuestros pies y nuestra raíz al tiempo que estamos viviendo.

Y este presente es, más que nunca, en 2020 y en tiempos de COVID, más relevante y lleno de contenido. Vivir ante una amenaza desconocida y en una precrisis que se convertirá en perpetua con fatídica posibilidad nos asienta en lo que estamos viviendo y nos hace valorar lo importante de lo inmaterial, de los afectos, de las relaciones familiares y de lo que perdura por encima del materialismo y del capitalismo desbordado que hemos sufrido.

Yo soy ahora, vivo ahora, siento ahora y quiero a mis seres queridos ahora y todo ello me dota de una fuerza inconmensurable para ser feliz, para obviar las penas y los problemas en los que vivimos inmersos y que nos ciegan el camino de la felicidad.

He terminado de leer la novela de Manuel Vilas titulada Alegría. Y su lectura me ha hecho también recapacitar sobre aquello que realmente estoy buscando y que, en mi caso, más que la alegría, es la felicidad. Ser feliz, con los míos, ahora y con lo que tengo. Sin más. Sin más anhelo ni deseo de que nada mejor venga, porque con lo que tengo me sobra. Y me he dado cuenta de que es por eso por lo que lucho, trabajo y me esfuerzo.


Y mis presentes son sencillos y preciosos: un amanecer mientras leo una buena novela, un café caliente con sabor a avellana mientras escribo, el club de los martes, las cenas familiares, las vacaciones sencillas con la familia, jugando a las cartas por las tardes o dándonos un chapuzón por las mañanas, el cuidado de los padres, la alegría de los sobrinos peques, la siesta a la sombra o las charlas de sobremesa.

Es agosto, es verano, es vacación y es presente.

Lo que venga después, ya se verá.

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