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jueves, 11 de junio de 2020

Del revisionismo a la imbecilidad


Ahora ha sido quitar de su catálogo la película Lo que el viento se llevó, o la fantástica serie británica Little Britain. Mañana será prohibir la lectura de una novela en la que se maltrate a una mujer y dentro de poco necesitaremos un nuevo big bang.

Sí, hemos llegado a este grado de simpleza intelectual, al que nos ha conducido la superficialidad y ultrainmediatez de las redes sociales.

Es muy triste que cada día tengamos que asistir a este tipo de decisiones absurdas basadas en juicios en tiempo desigual. Es un grave error, en mi opinión, juzgar hechos y corrientes de pensamiento, diría que hasta costumbres, ocurridas en el pasado con el filtro y los códigos del presente. Es evidente que la sociedad avanza en su evolución y los logros alcanzados hoy no pueden permitir juzgar lo que acontecía hace cincuenta y mucho menos hace 80 años. Igual que no podemos juzgar con la moral y las leyes actuales la historia de Roma, el antiguo Egipto, las colonizaciones europeas o las innumerables ocupaciones de territorios en el interior de Asia a lo largo de los siglos. No podemos conjugar los verbos de la misma forma con tanto espacio temporal.

Si aceptamos esta nueva tendencia que cada día vemos más en todo el mundo, y que ha explotado después del asesinato de George Floyd, conduciéndonos a esta absurda retirada de la película de 1939, tenemos que eliminar por completo nuestra historia. No podemos salvar ni un solo episodio de nuestro pasado porque en todos, en todas las culturas, religiones, y civilizaciones ha habido abusos, humillaciones, usos exacerbados del poder, maltrato a la mujer y a los más desfavorecidos y maldad humana.

Pero por ello ¿tenemos que dejar de estudiarlo y conocerlo? Yo creo que no. Justamente, por ello mismo es por lo que tenemos que estudiarlo y conocerlo para no repetirlo y para convertirnos en una sociedad mejor, más igualitaria y justa.

Que a mí me guste la película Lo que el viento se llevó no me convierte en alguien que ensalce el racismo ni en alguien que lo defienda. Igual que si digo que me gusta La matanza de Texas, eso no me convierte en un asesino. Es algo que me parece de perogrullo, pero parece que a una amplia parte de la sociedad actual le parece modernísimo y muy progresista que se haga este tipo de condena y censura sobre creaciones que responden al tiempo en que fueron creadas.

Los que lo defienden, argumentan que la razón de hacerlo es no contribuir a mantener los estereotipos que ahondan en la discriminación racial. Perfecto, ¿entonces no podemos tampoco hacer películas sobre la corrupción política, ni la miseria, ni el abandono escolar, pues estaremos fomentándolos?


Cuando se es incapaz de deslindar el arte y la creación de la política y la opinión, estamos perdidos.


Creo que vamos mal. Mejor dicho, no sé si vamos mal o “nos conducen mal” los que, desde sus atalayas de poder mediático como son estas megaplataformas, se rinden al populismo simplista y vacío de contenido para hacernos una humanidad más simple, que piense menos, que no se cuestione nada y que todo sea super mega chachi perfect.

Quizá sea ese el objetivo (y la razón) final de que este tipo de cosas calen cada vez más. Y eso es todavía mucho más inquietante.


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