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domingo, 31 de mayo de 2020

Tardes de persianas bajadas (segunda parte biografía de Suede) - mi crónica de lectura


Siempre he dicho que para mí los mejores ochenta fueron en realidad los años comprendidos entre el 87 y el 92, configurando así un lustro-puente entre dos décadas. Y resulta justamente clarificador que Suede comenzara su carrera musical justo después, cuando para mí había disminuido de forma evidente el interés por la música que se comenzaba a hacer en la década de los noventa.

Echando ahora la vista atrás, treinta años después, estoy dándome cuenta de que mi rechazo inicial a los “noventa” resultó seguramente posicional, y que ello me hizo perderme buenos discos y grupos de una década mucho más fructífera y creativa de lo que en su momento consideré.

Suede es un buen ejemplo de esto que he explicado. Aunque siempre fueron un grupo que me gustó, nunca llegó a interesarme tanto como para declararme un auténtico “fan” al uso, como lo fui y lo soy de otros muchos. Y la prueba de ello la he tenido mientras leía este libro escrito por su cantante y líder, Brett Anderson, titulado Tardes de persianas bajadas, y he reescuchado los cinco discos fundamentales de su carrera en los que he descubierto verdaderas maravillas y auténticos hits atemporales.

El libro está estructurado en cinco partes que corresponden a los períodos creativos y de publicación de los cinco discos esenciales de Suede, del 93 al 2002, una década en la que la banda pasó por los cuatro clásicos estados de cualquier grupo en su trayectoria, como el mismo Brett los define en él: Esfuerzo, éxito, exceso y desintegración. Cuatro sustantivos que casan perfectamente con la altura y la calidad de cada uno de los discos y que acompañaron la evolución estilística y personal de los miembros de Suede.

Suede (1993) – el debut. Sin duda una luz diferente en el marasmo que fue el comienzo del grunge y de los cantautores con guitarra de comienzos de los 90. Suede eran “esos sureños afeminados ” que componían canciones extrañas dotadas de una base potente de rock pero sin que lo pareciese.



Dog man Star (1994) – es el disco del éxito, la obra maestra estilística, posicional y de rotundo enfrentamiento a la industria musical del momento. Les llevó a girar por todo el mundo, a aparecer en las portadas de las principales revistas musicales del momento y, cómo no, a la ruptura con el otro “pollo del corral”, Bernard Butler que fue en buena medida el 50% del éxito de este discazo rotundo.





Coming up (1996) – supuso la reinvención, sin Bernard, el salto al vacío por el que se podían haber estrellado, pero gracias al cual se hicieron masivos, con giras mundiales por Asia de 18 meses ininterrumpidos en las que el ego particular de Brett comenzó a incomodar.







Head Music (1999) – final de la década y madurez musical y compositiva que supuso el estrellato absoluto y, por ende, el exceso absoluto de todos los excesos posibles, presupuestarios, drogadictorios, maniáticos y excéntricos que acabaron suponiendo el embrión de la muerte del grupo. Para mí es un disco deslavazado que, aunque tiene hits inmensos, desentonó con lo que el grupo había hecho antes y además es un disco muy irregular.





A new morning (2002) – el disco que no se debería de haber publicado porque el alma, la esencia de Suede, estaba ya muerta. Su publicación, tras innumerables reversiones de cada tema que no gustaron a nadie supuso el certificado de defunción.

Brett me ha sorprendido como un buen escritor, no tan solo porque hable de su propia biografía sin histrionismos ni paños calientes, porque asuma sus errores, sus salidas de pata y sus excentricidades cuando las tuvo, sino porque sabe poner en perspectiva lo que sucedió hace treinta años y creo que es capaz también de separar lo que sucedió en cada momento del recuerdo que él tiene de lo que sucedió, algo tremendamente difícil cuando uno habla de sí mismo.

Tardes de persianas bajadas fue un autoregalo, ahora me doy cuenta de que afortunado, que me ha permitido reconciliarme un poco con la música de los noventa, re escuchar las canciones de Suede mientras lo leía, durante las tardes de esta #fase1 que parece intemporal y que no avance y me ha hecho sentir muy bien. Ha sido una burbuja del pasado traída al presente a través de un pequeño agujero de gusano musical.

Si tenéis ocasión, aunque nunca hayáis escuchado a Suede, os lo recomiendo, os interesará y sorprenderá.

Y finalmente doy las gracias por algunos descubrimientos como el grupo Strangeloves o la película El hombre de mimbre (The Wicker man).

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