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viernes, 17 de abril de 2020

Primer día de clase


Por fin había llegado el momento. Primer día de clase de mi primer curso universitario. Estaba emocionado porque todo el año anterior habíamos debatido e imaginado hasta la saciedad qué cambios supondría para nosotros pasar a la universidad. Durante todo el verano nos prometimos que seguiríamos viéndonos y quedando tan asiduamente como hasta entonces, aunque unos comenzaran en la facultad de ciencias, otros en la de medicina y yo en la de humanidades, con mi grado de Comunicación Audiovisual.

Éramos conscientes de que una nueva vida se abriría para todos y que formaríamos nuevas amistades y, quizá, descuidaríamos otras.
Así que allí estaba sentado yo, revisando mi cuenta de Instagram, que habíamos tenido que dar al realizar la matrícula como vía de contacto, en el aula 1184 repleta de estudiantes, al lado de una chica pelirroja muy moderna que me miraba sonriente y al otro de un tipo grande y tatuado al que parecía faltarle tiempo para enviar todos los mensajes en su móvil que parecía querer enviar.
De repente, se apagaron las luces. Nos miramos unos a otros y entonces se abrió la puerta y entró una persona. Apenas la distinguíamos porque el aula se había quedado en casi total oscuridad, pero sin duda debía tratarse del profesor porque se dirigió a su sitio como si fuera habitual para él. Pasaron apenas diez segundos durante los que no pudimos vislumbrar muy bien qué hacía, pero ni saludó ni emitió palabra alguna.
De pronto, las luces se encendieron y apareció ante nosotros completamente desnudo con su móvil en la mano. Se giró, dándonos la espalda y enseñándonos su culo redondo y respingón, e hizo un macroselfie en el que aparecimos todos los alumnos con cara de no creernos lo que estaba sucediendo: unas sorprendidas, otras divertidas, los más intrigados e incluso algunos indignados.
Al minuto siguiente, todos recibimos un mensaje en nuestra cuenta de Instagram con el selfie que el profesor terminaba de hacer, sus genitales cubiertos con la palabra CENSURA y una única frase: Bienvenidos al curso de #COMUNICACIÓNMULTIMEDIA donde aprenderemos a comunicar con toda nuestra piel.
A continuación, el aula explotó en un aplauso multitudinario que se cortó en seco cuando el profesor añadió:
—El próximo día debéis traer vuestro selfie en pelotas. Quien tenga el coraje de publicar un mensaje sobre este curso con él en Instagram tendrá un punto extra en el examen final.


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