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martes, 10 de marzo de 2020

La hermandad de la uva - mi crónica de lectura


Esta es mi segunda experiencia con John Fante. La anterior fue en agosto del año pasado, cuando leí Llenos de vida. Como terminé diciendo en mi crónica de lectura, finalmente he leído La hermandad de la uva, que me fue recomendada por David Vivancos.

Y tengo que volver a repetirme, en cierto modo. Me parece que John Fante es un maestro retratando la sociedad costumbrista de los años cincuenta en Estados Unidos. En este caso, es el retrato desnaturalizado de los inmigrantes que dejaron Italia para buscar un futuro mejor pero que siguieron viviendo su vida exactamente igual a como lo hacían antes de emigrar. Su entorno estaba tildado de pura esencia italiana, sus amistades y su círculo de relaciones sociales era mayoritariamente italiano, sus menús eran pura cocina italiana y su forma de entender la vida y de comportarse destilaba italianismo por los cuatro costados. Se habían habituado a vivir en su pequeña cápsula dentro de la sociedad americana, sin llegar a integrarse o a mimetizarse con ella salvo por pasiones tan triviales como el béisbol por ejemplo.

El lenguaje de John Fante es un arma poderosa para enganchar al lector. Los diálogos y las reflexiones del protagonista son tan certeras, tan de verdad, que en algunas puedes verte a ti mismo y aunque no las hayas vivido puedes sin ninguna duda imaginarte en ellas. 
Es esa inmediatez y cercanía con el mundo del lector lo que en mi opinión es la joya de la narrativa de John Fante.

Destaco la acidez, el cinismo, en algunos momentos, la crítica directa y por encima de todo la naturalidad del planteamiento de su novela.

Denominar La hermandad de la uva al grupo de borrachos amigos del padre del protagonista tiene un punto de acidez soberbio y hace que este sea, sin duda un libro de necesaria lectura.

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