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sábado, 15 de junio de 2019

III Congreso de Escritores de Barcelona


Más de 80 escritores reunidos en un mismo recinto para hablar y debatir sobre distintos aspectos de la literatura actual son más de 80 egos reunidos. Muchos egos. Y es que a los que hemos escrito y publicado nos gusta explayarnos y hablar de nuestra obra, de los aspectos relacionados con la historia que hemos creado y sus personajes, de nuestra visión de la literatura y de lo que nos gustamos a nosotros mismos.


Por eso ayer cuando regresaba de Barcelona camino de casa después de pasar un día fantástico rodeado de escritores me puse la mejor canción de Las novias (que aparecen y actúan en mi novela ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?, que se titula justamente Ego (y que os recomiendo por cierto).


Ayer fue un día de “germanor” como dicen por tierras castellonenses. 

Reunidos en torno a mesas de debate, feria de venta de libros y rincones para chascarrillos y chafardeos, el III Congreso de escritores celebrado ayer entre la Biblioteca Vila de Gracia por la mañana y la Casa del Libro por la tarde estuvo lleno de anécdotas y sorpresas. Lo mejor, conocer gente maja, esos escritores/as que tienen carisma, que son desinteresados, solidarios, originales, espontáneos y con los que pude establecer una conversación divertida, inmediata, de esas en las que parece que te llevas conociendo toda la vida.


Yo participé en la mesa dedicada a la literatura contemporánea y las nuevas voces narrativas, donde debatimos sobre la forma de construir tramas y personajes y cómo las adaptamos a los tiempos en que vivimos, en relación a cómo lo hacían los clásicos. Discrepé bastante con el resto de los miembros, primero porque no creo que haya que escribir pensando en el lector. Porque, ¿quién es el lector? ¿Es un chico joven que va a la universidad y le gusta el trap? O un señor de cincuenta que trabaja en una multinacional, o una ejecutiva divorciada amante de los deportes, o un abuelo que le gusta leer historias de antes… hay, en mi opinión, tantos lectores como personas y por ello considero que el escritor debe escribir lo que quiere él. Que luego le guste o no al lector es un proceso que escapa a su control. También hablamos de cómo adaptar los personajes y su idiosincrasia a los tiempos actuales y yo puse tres ejemplos:

El primero, lo absurdo que nos puede parecer el lenguaje de El guardián en el centeno, aunque en su época fue revolucionario. Hoy nos parece casi de patio de instituto. El segundo lo rompedor que fue la trama de La mujer comestible, de Margaret Atwood a finales de los 60 cuando su personaje tuvo un hijo siendo madre soltera por ejemplo, algo que ahora es de lo más anodino y para terminar hablé de Las palmeras salvajes de Faulkner, un tostón de novela, donde hay párrafos de 25 líneas con 17 gerundios y que hoy sería impublicable.
El debate nos llevó por la tarde a hablar de novelas de género, histórica, romántica, negra, fantástica, autoayuda … interesantes discusiones que pusieron el eje en cuáles son hoy las tendencias sobre historias, portadas y marketing.


Y por supuesto tuve la ocasión de presentar mi primera novela ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? donde hablé de la música de finales de los 80, del FIB, de Alaska y Dinarama y de los sueños que he conseguido con su publicación.

Mi más sincera enhorabuena a los organizadores. No es nada sencillo gestionar más de ochenta egos que quieren ser el centro de atención y creo que todo estuvo muy bien coordinado y entretenido.

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