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miércoles, 6 de marzo de 2019

El Enigma (Josefina Aldecoa) - Mi crónica de lectura


Comencé la lectura de El Enigma haciendo gala de su título y sin tener ni idea de qué podía tratar esta novela. Me movió a su descubrimiento la autora, a quien tenía ganas de leer desde hacía ya un tiempo.

Y puedo decir que durante casi toda la lectura de la novela no he podido entender el porqué del título.

Nos ofrece, en cualquier caso Josefina una novela que gana en intensidad, profundidad de sus personajes y reflexión en el lector. Es decir, en mi opinión es una novela que va de menos a más y en ese ir a más la evolución de la trama te obliga a mirar dentro de ti, a analizar tu propia vida, a criticar tus lugares comunes y asumir las exigencias a las que la rutina y la inercia te han conducido. No es un libro fácil si se sabe leer dentro de la historia. Si se es capaz de extrapolar la vida de Daniel, Berta y Teresa a la categoría general para luego pasarla por el filtro de tu propia experiencia. Si se puede llegar hasta ese punto, la novela resulta demoledora, hiperrealista y profundamente cotidiana.

Y unido a todo ese tremendismo existencial, está la prosa agradable y “primaveral” de Josefina, que facilita la lectura, entretiene, genera sentimientos  de fácil explicación y consigue enamorarte de su forma de construir las frases, de su composición temporal y de la deliciosa importancia de la geografía en sus personajes principales.

Hay también el relato crudo y una vez más realista de la adolescencia. Aunque la novela transcurre a mediados de los ochenta, el relato es completamente actual. Parece mentira, por momentos, que hayan pasado más de veinte años y los adolescentes sigan en las mismas ahora que entonces. El ser humano en su desarrollo, antes, ahora y siempre.

Mi mayor crítica de la novela es cómo sale parado el personaje masculino. No digo que no haya hombres así, por supuesto que los hay y los habrá. Hombres en cierta forma cobardes para acometer decisiones limpias y renovadoras. Reconozco que una de las féminas de la novela tampoco sale demasiado bien parada, anclada en su burguesidad mediocre y rancia. Pero en mi opinión la crítica es más ácida en el caso de Daniel. No sé, quizá sea una visión masculina de una novela muy femenina. Llamadme clásico.

Os la recomiendo a todos y a todas como dicen ahora los modernos progres feministas, o como dice una buena amiga mía, criaturas, leedla.

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