Hoy he estado escuchando a un político regional cómo estaba
potenciando con políticas locales el desarrollo del mundo rural. Más que
potenciarlo lo que ha dicho que estaba haciendo era rescatarlo del abandono al
que generaciones de políticos lo han condenado.
Y es que las sucesivas políticas liberales de partidos
conservadores y pseudoprogresistas, unidas a las directrices ultraliberales de
la Unión Europea han supeditado a la “rentabilidad” todas las acciones de apoyo
social que se habían comenzado a principios de la democracia.
Es una falacia que todos los españoles tengamos los mismos
derechos. No es cierto que una persona que vive en una pedanía de Cuenca tenga
los mismos derechos que otra que vive en una gran urbe. Es triste pero cierto. No
tiene acceso a los mismos servicios ni atención ciudadana básica que otra que
viva en una ciudad. Y la entrevista de radio que he escuchado me ha recordado
las veces que he pensado y defendido por qué tiene que haber “un estado”. O
sea, por qué el estado ha de tener un cierto tamaño que no deje al libre
albedrío y competencia del mercado los servicios y la atención de sus
ciudadanos.
El ejemplo más característico es el de RENFE. SE habla ahora
de la posible privatización del sector ferroviario para fomentar la competencia
con empresas privadas que “agilicen” y movilicen el sector. Es algo de lo que
estoy totalmente en contra. Es decir, la competencia no siempre es buena. Y no
es buena cuando la empresa en cuestión a privatizar ha de dar un servicio a
todos esos españoles que, de no ser por ella, jamás podrían tenerlo.
Es evidente que si RENFE se privatiza, habrá un número
ingente de servicios de tren a pequeños pueblos y rutas que por ser
deficitarias se eliminarán en aras de esa “rentabilidad”. Y sí, son
deficitarias, pues tienen muy pocos viajeros, pero tienen que existir para dar
a esos viajeros el servicio al que tienen derecho. Y eso solo lo puede hacer y
cubrir PAPÁ ESTADO, o sea, todos nosotros y la solidaridad interregional.
Ocurre lo mismo con la asistencia sanitaria o educativa. ¿Por
qué en una zona de pequeños pueblos con ya muy pocos niños, se les obliga a
viajar decenas de kilómetros para acudir a una escuela, con la excusa de que “no
es rentable” abrir una para tan pocos alumnos? Acaso esos niños no tienen el
derecho per sé, de tener acceso a la educación cerca de su casa. No es tan algo
el coste de hacerlo, si lo comparamos con los rescates de obras faraónicas que
hemos tenido que pagar entre todos, como rescates de autopistas radiales,
explotaciones de gas, o rescates bancarios. Para eso nunca se utiliza la
palabra rentabilidad, para socavar los derechos sociales sí.
Por eso España se despuebla, por ello cada vez hay más
pueblos fantasmas, abandonados por sus habitantes, que no encuentran respuestas
en una clase política alejada del mundo real, el que siempre ha nutrido España,
el de sus pueblos y gentes.
Sin entrar en ideologías, tendría que haber un partido
fuerte que defendiese la base de la sociedad española, sus tradiciones, sus
pueblos y costumbres, lo que no está reñido con la modernidad y con el deseo de
evolución y mejora. Todo lo contrario, es precisamente en esos pueblos, en los
que esa evolución y mejora tendría que comenzar y dejar de mirarse tanto el
ombligo de las grandes capitales.
Y todo esto lo dice uno que renegó en su día de su pueblo,
que le parecía lo peor y al que ha vuelto después de tiempo, ha sabido valorar
la vida tranquila y cotidiana, la de verdad, la de las personas de bien que
simplemente quieren ser felices y vivir sin problemas, pero eso sí, con los
mismos derechos que todos los demás.