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sábado, 26 de noviembre de 2016

Todos los caminos conducen a Roma

No sé qué voy a hacer para solucionar este problema, me decía yo cabizbajo cuando el vuelo de Alitalia que nos conducía a Roma alcanzaba su velocidad de crucero. ¡Vaya cumpleaños de mierda! Pensé después. Justo un veinte de septiembre y tenía que estar volando hacia Bangladesh. Todo se había confabulado para que el más grave de los problemas se uniese con el más conflictivo de nuestros clientes en el peor momento posible. Y allí me encontraba yo, en camino hacia la capital italiana, donde haría tres horas de escala antes de realizar el segundo hasta Dhaka.
Mi estado de ánimo no podía ser peor. Lejos de los míos el día que cumpliría cuarenta y cinco, a punto de comenzar el otoño y con un horizonte a la vista de problema sin aparente solución.
Decidí romper mis pensamientos con la lectura. Abrí el libro que me acompañaba en aquella ocasión y comencé a desprenderme de la negatividad. Disfruté de la prosa de Julia Navarro, una de mis escritoras favoritas.
Iba sentado en el pasillo, lo que me permite estirar las piernas y levantarme sin necesidad de molestar a nadie. El asiento de mi izquierda estaba libre y el siguiente ocupado por un señor muy alto y bastante elegante que me había saludo cortésmente antes de comenzar el vuelo.
Cuando llevaba un buen rato leyendo, observé que mi compañero de fila hacia movimientos con los brazos. Al principio solo lo miré de reojo, pues no quería ser indiscreto. Intenté continuar leyendo pero no pude concentrarme. Seguía moviendo bruscamente los brazos en alto y moviendo la cabeza de forma extraña. Me giré y contemplé un comportamiento poco normal. Como él no me miraba decidí no decir nada. Me mantuve a la espera y pude notar que el tipo intentó ponerse en pie y comenzó a golpearse la cabeza contra el techo del avión. Al levantarse, todo el mundo entró en tensión. Un auxiliar de vuelo acudió y le preguntó qué le ocurría. Yo decidí abandonar mi asiento y me fui unas filas hacia atrás.
Por lo visto el señor no respondía ni parecía darse cuenta de que le estaban diciendo. Los auxiliares preguntaron si había un médico en el avión y una señora acudió al lugar. Lo observó y comentó que seguramente o era epiléptico o estaba tomando alguna medicación fuerte que se había olvidado. No supo nadie dar un diagnóstico más preciso.
Ante la virulencia de sus movimientos y la peligrosidad de los mismos, ya que no veía ni discernía si golpeaba a alguien o no, se vaciaron todas las filas de alrededor y la gente se redistribuyó. Resultó que el sitio que yo había ocupado estaba rodeado de un grupo de monjas mejicanas que acudían a Roma por algún evento religioso. Empezaron a decir que era el demonio el que se había apoderado de aquel señor y que debían elevar un rezo para impedirlo. Las ocho monjas se pusieron a rezar y cantar en voz alta, cánticos en español con acento mejicano.
Yo cada vez me sorprendía más. El surrealismo de aquel vuelo no lo había vivido nunca.
El tipo se tornó realmente agresivo y tuvieron que reducirlo entre tres auxiliares de vuelo. Afortunadamente en aquella ocasión casi todos eran hombres y pudieron, por la fuerza retenerlo y atarlo con el cinturón al asiento. Debieron sentarse a ambos lados para impedir que se desatase y continuar así todo el resto del vuelo. Había un barullo tremendo, la gente murmuraba, las monjas cantaban a pleno pulmón cánticos religiosos y toda la gente de la parte trasera había comenzado a rezar padres nuestros y aves marías en voz alta.
Transcurrió una hora con ese escenario cuando el capitán anunció que comenzábamos el descenso al aeropuerto de Roma Fiumicino. Todo pareció calmarse. Los cánticos terminaron y el silencio retornó al avión. Cuando tomamos tierra y el avión se detuvo, los auxiliares ya habían dejado al señor solo en su asiento que parecía haber retomado su posición elegante inicial. Yo me acerqué a mi asiento para coger mi maleta de mano y el señor, muy cortés de nuevo me dijo en un perfecto inglés: Encantado, que tenga usted un buen día, y salió caminando como si todo hubiese sido un sueño.

Quizá realmente lo fue?

Resultado de imagen de fotos del aeropuerto de Roma

jueves, 10 de noviembre de 2016

EL IMPOSTOR - Reseña de lectura

Título: EL IMPOSTOR
Autor: JAVIER CERCAS
Editorial: RANDOM HOUSE
Núm. Páginas: 420

Tener el valor de escribir un libro de no ficción lleno de ficción sobre el archiconocido Enric Marco después de todo lo que se ha dicho, escrito y televisado sobre él es para comenzar su lectura con buen pie. Javier Cercas me enganchó como lector con Anatomía de un instante y desde entonces, le he sido fiel. He continuado leyendo sus otras novelas, Soldados de Salamina y Las Leyes de la Frontera.
Comencé la lectura de El Impostor recomendado por un instruido en literatura, sabedor de que no sería una mala decisión. Javier lleva a cabo un juego, a mi modo de ver, con Enric. Al principio lo juzga sin conmiseración, le reprocha e incluso insulta, al no aceptar su mentira. Pero el transcurso del libro te va haciendo entender que la relación entre autor y protagonista es mucho más compleja que eso. Sí, lo obvio está ahí: Enric Marco fue una farsa. Se inventó casi toda su vida. Digamos que creó una novela y la protagonizó, pero eso no parece ser del todo malo en las palabras que Javier utiliza. Incluso por momentos llega a ensalzarlo, alaba sus dones de liante y seductor y, creo, llega a ponerse en su lugar para justificar que el descubrimiento de su mentira no debería haber hecho correr tantos ríos de tinta. El cambio de perspectiva llega a ser tal que llega a imaginar un diálogo en el que el que lo interpela, juzga y critica es el propio Enric a él.
Las historias contadas, la inventada y la real, son tremendas. Inverosímiles tantas veces pero quizá comprensibles por los momentos de caos y desorganización que debieron vivirse. Aun con toda la verdad conocida, parece que la vida de Enric debió estar llena de sufrimiento y creo que es algo que quizá falta en su relato.
He vuelto la vista atrás y buscado entrevistas, artículos y demás información sobre el momento en que la verdad salió a la luz, y debo decir que me asombra la entereza y determinación con que Enric sigue defendiéndose a sí mismo, a su persona. Es, como dice Javier uno que siempre dijo SÍ ante todo pero que en realidad quería decir un gran NO a la vida que no quería tener.
Ahora me dirigiré hacia La velocidad de la luz en la que parece, uno más, un relato de no ficción. Estoy seguro de que no me defraudará.

martes, 8 de noviembre de 2016

ASI FUERON LAS PRESENTACIONES DE CASTELLÓN Y BENICÀSSIM

http://www.editorialnazari.com/es/noticias/1207-asi-fueron-las-presentaciones-de-como-pudiste-hacerme-esto-a-mi-en-castellon-y-benicassim.html







viernes, 4 de noviembre de 2016

TELETRANSPORTÍN

Teletransportín vivía en la zona este de la gran república de Imagenio. Su vida era rutinaria. Por las mañanas, después de levantarse temprano para mirar las noticias, preparaba su estrategia de comunicación. Elaboraba una compleja hoja de ruta gracias a la cual su existencia podría ser conocida en el destino final. Una vez que tenía claro adonde dirigirse, procedía al envío del paquete de información por las tres vías disponibles: La sensorial, con la que accedía a un alto porcentaje de la población mundial. La electrónica, que lo mostraría en las terminales y pantallas de todo el mundo, y la ideográfica, la más difícil pues suponía materializarse desde el mundo de las ideas al mundo físico que habitaban los humanos.
Cada día seguía la misma secuencia, convencido de que algún día, cada vez más próximo, sería descubierto por una mente brillante, como les había sucedido ya a otros muchos compañeros de sección.
Sin embargo, los años pasaban y presenciaba con tristeza cómo su amigo, el Bosón de Higgs se marchaba con un enorme revuelo científico. También le habían dejado en los últimos meses el motor de iones de Xenon, que la Nasa había extraído de Imagenio con mucha discreción y el Levitron, que se había utilizado para los trenes bala que permitía velocidades límite al no haber contacto físico con los raíles.
Todos los compañeros que habían transcendido del mundo de los inventos al real, habían sido presentados como grandes aportaciones del ser humano. Nadie sabía que en realidad, ellos, los inventos, existían desde hacía milenios en Imagenio, el mundo al que solamente las mentes superdotadas podían acceder.
En una ocasión estuvo a punto de poder establecer un vínculo con la Tierra. Fue en 1943. El navío de nombre Eldridge llevó a cabo un intento de teletransportación. Desaparció de la vista de la armada estadounidense en Philadelphia durante unas horas y un marinero declaró haberlo visto a seiscientos kilómetros de distancia pero el barco regresó a ser visible en Philadelphia pasado ese tiempo. Teletransportín envió información a raudales, deseoso de que alguna de las mentes involucradas en el proyecto contactasen con él pero al final, no pudo ser.
Pero hoy, en el año 2016, su esperanza ha aumentado de forma desmesurada. Hay dos investigadores chinos, Tongcang Li y Zhang-qi Yin que han propuesto teletransportar la memoria cuántica de un organismo vivo a otro. Aunque los han tildado de locos, Teletransportín por fin sabe que evolucionará al mundo real, ya que esa es justamente la puerta que había que abrir para conseguir llegar a él.
Así que ha echado un vistazo a su alrededor y se ha despedido de sus compañeros de sección, de Ordenadorcuántico, que también está ya preparando sus maletas, de Estructuracerebral, que ve su momento aún muy lejano y en especial de su amigo Agujeronegro, con quien pronto se reunirá en la Tierra, bien sea utilizándolo a él o de forma autosuficiente, viajando a su propio través.

¡Mira que tocarle un par de chinos! Con lo a gusto que habría llegado a California…